jueves, 5 de julio de 2012

TULUM "Desde dentro"

TULUM
Desde dentro

A las 7 de la mañana el generador del Zazil Kin se apaga. En nuestra cabaña el ventilador deja de funcionar. Nos desvelamos. Primera revisión de piernas.
-¿Te han picado?
-Si.
-¡Pero si duermes con calcetines y pantalón largo!
Hace días que sabemos que hay algún insecto o arácnido residiendo en nuestro colchón. Pero lo medio obviamos. Nos incorporamos. Nos ponemos los bañadores y salimos de la cabaña. Estamos en la playa. El primer baño es el mejor. El agua es de un azul intenso, nuevo para nosotros. La arena es tan blanca que te obliga a cerrar los ojos.

A las 11 de la mañana abre el bar de playa del Zazil Kin. Es la hora de la primera chela y la ración de fruta de los mayas. Luego volveremos a echarnos en la arena hasta que nos hartemos de sol.

Si estamos de humor quizá bajamos a comer al pueblo.
-Donde el tío rico, por favor.
Hay que coger un taxi. La primera semana alquilamos una bicicleta, pero entonces era distinto, vivíamos en el pueblo, en casa de Constantino. Constantino vino a buscarnos al aeropuerto. Carles y él se conocieron 7 años atrás, cuando Carles visitó Tulum por primera vez. Luego Consta fue a Europa y pasó por Barcelona y se quedó un tiempo en casa de Carles.
Consta viene a recogernos con Pedro, un buen amigo, y Juanita, la novia de éste, que se ha apuntado al viaje porqué nunca antes había estado en un aeropuerto y tenía curiosidad por ver un avión. Desgraciadamente en el aeropuerto de Cancún los aviones no se ven.

Después de una semana en la cabaña que Consta tiene en el pueblo conocemos los mejores sitios para ir a comer. Por eso cuando subimos al taxi pedimos que nos deje junto a la casa de empeños Tío Rico. Y vamos a ver que tiene hoy la señora. El menú es limitado, puedes elegir entre tres platos de comida típica mejicana, pero el agua de Jamaica es ilimitada, y el precio, casi ridículo.
Después de comer solemos pasar por casa de Consta y gritamos su nombre frente a la reja. A veces nos oye y pasamos la tarde con él. Otras veces está trabajando en el restaurante El Tábano, que no tendremos el placer de conocer hasta el último día y del que nos enamoraremos perdidamente.

Otras tardes, en cambio, empiezan en el bar de la playa del Zazil Kin y acaban en el bar de Lucas y Sots, a unos pocos metros. Durante la tarde aparecerá Ro, seguramente con las gafas de snorkeling en la mano, Jorge o su hermano Bob. Puede que Bob llegue con su amigo el guitarrista y el tiempo se detenga un momento mientras interpreta "malagueña salerosa". O puede que Jorge traiga su artesanía y nos divirtamos provocando al segurata mientras éste intenta evitar que se venda nada en el Zazil Kin. Puede que nos vayamos a casa de Jorge para comprar un par de collares y acabemos haciendo planes para ir al día siguiente al Gran Cenote. Y puede que al día siguiente se presenten también Mike y Mora para acompañarnos en un bonito día explorando las maravillas naturales de Tulum. Lo que es seguro es que Mora aparecerá en algún momento por el bar y Mike está porqué trabaja aquí.


En algún momento se dejarán caer también Caballo y el Negro, ambos son guías y llevan a turistas a bucear, aunque si nosotros tuviéramos que elegir a quién confiar nuestra seguridad no dudaríamos ni medio segundo.
Cuando el bar de la playa cierra y Luís, el segurata/mesero acaba de recoger las sombrillas y tumbonas, abre el bar de Lucas y Sots, por el que probablemente se dejen caer los hermanos alemanes, Johanes y el pesado de Quetzal. Y si tenemos suerte vendrá Consta. Quién aparecerá seguro será la pinche María, para ganar a Lucas y a Sots, el indio, al dominó.
María, Gemma, Jorge, Carles y Consta.

Y allí, a base de chelas con el vaso chelado, apagaremos la noche. A no ser que alguien proponga bajar al pueblo.
Al día siguiente a las 7 de la mañana el generador del Zazil Kin se apagará y nuestro ventilador dejará de funcionar, y por más antimosquitos que nos pongamos, volveremos a despertar hasta arriba de picadas.

Y si el nuevo día nos inspira puede que vayamos a ver las ruinas de Tulum, según todas las opiniones, las ruinas mayas más bonitas, las únicas con el mar de fondo. Y pasemos un buen rato bajo el sol, entre iguanas y trozos de una civilización que aún vive en algunos habitantes del pueblo, que hablan maya y conservan las proporciones corporales de éstos.

Y si nos inspira mucho puede que cojamos un autobús hasta Chichén Itzá para ver la pirámide maya más alta del mundo, pasear entre infinitas paradas de artesanía y comer, como los locales, en la parte trasera, dónde una mujer sirve lomo empanizado.

También puede pasar que aparezca Sandra, que venga desde Playa del Carmen a comer con nosotros y la llevemos al Camello, nuestro restaurante favorito, y que acabe invitándonos a pasar nuestro último día en su resort todo incluido, en el que descubriremos un mundo nuevo, un tipo de turismo tan alejado de nosotros que nos parecerá marciano.
Sea como sea, al día siguiente a las 7 de la mañana el generador del Zazil Kin se apagará.

G&C

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