HO
CHI MINH
Saigon
para los amigos
Antes
de empezar este post hay algo que tenemos que decir, algo que se nos olvidó
mencionar en el post anterior y, aunque a algunos les parecerá oportuno, seguro
que no contará con la aprobación de todos: ¡Carles se ha afeitado!
Antes y despues |
Cuando
viajas conoces a mucha gente, gente de todas partes del mundo que por una razón
o otra están en el mismo momento que tu en el mismo sitio. Y esto es lo que te
une a esas personas. A veces eso es lo único, otras veces hay muchísimas otras
cosas.
Pero
no nos engañemos, un par de cooperantes de ONG empeñados en potenciar el
turismo ornitológico y obsesionados con la observación de aves no tiene nada en
común con nosotros más que un sitio y un momento.
En cambio un poco más tarde
cuando cae la noche y buscamos uno de esos bares de taburetes de palmo donde
tomar unas cervezas a 10.000 dongs conocemos a Juliane (Austria) y Javier (Los
Angeles). Los bares a los que nos referimos son un habitual de las ciudades
vietnamitas. Alguien que tiene un local minúsculo saca a la acera un curioso
mobiliario compuesto por taburetes y mesas de plástico de reducido tamaño e
intenta sentar al mayor numero de personas posibles. Así que, quieras o no,
acabas conociendo a tus vecinos.
Al
poco tiempo de estar hablando con Juliane y Javier aparece Henrik (Noruega), y
se une a la conversación la mesa que tenemos delante. A todos ellos y a los que
van apareciendo después, como Manuele (Alemania), la pareja de Seattle o el
noruego de padres filipinos, debe unirnos algo más que el tiempo y el espacio
porque se convierten en nuestros amigos durante las 3 noches siguientes (alguno
seguro que durante más tiempo).
En
realidad la Saigon de día no la vemos demasiado, el segundo día nos vamos a
pasarlo al delta del Mekong. En Vietnam la forma más económica de ver según que
sitios es contratar un tour en una agencia de viajes. Que conste en acta que
odiamos los tours pero este nos sale bastante bien. Como estamos en la semana
del fin de año vietnamita no hay demasiada gente, así que podemos disfrutar de
un delta sin apenas barquitos de turistas y de un bonito y solitario paseo en
bici por una de las islas. De lo que no nos libramos es de los shoppings.
De repente, no sabes cómo, estás en una demostración de algo, en este caso de
cómo se hace la miel o cómo se ralla el coco, para después pasar a la tienda
que curiosamente contiene productos hechos con coco o miel. Ni tampoco nos
libramos de las canciones. Una familia nos deleita con sus voces a
cambio de una propina (aunque en este caso la propina nos la deberían dar a
nosotros).
A
las 7 de la tarde hemos quedado en vernos con Juliane, Javier, Henrik y los
demás en los taburetes para ir todos juntos a ver los fuegos artificiales que
celebran el fin de año lunar. Los fuegos en sí no son nada del otro mundo pero
ver las miles de motos que normalmente circulan por las calles de Saigon
pararse en medio de la carretera a contemplarlos resulta algo impresionante.
Nuestro
último día en Saigon es una mezcla de sentimientos, por una parte desearíamos
no tener el bus esa noche y poder quedarnos a cenar con Juliane y Henrick en el
callejón de los batidos y por otra esta el hecho de que nuestro siguiente
destino son las paradisiacas playas de la isla de Phu Quoc.
G&C