Uno de los hitos del viaje era ver
Pisa, bueno la torre de Pisa. Así que no lo demoramos más. Nos
despertamos pronto, no por ir a Pisa, sino porqué tenemos dos hijos
con alergia a dormir que antes de las 7 de la mañana ya nos están
metiendo el dedo en el ojo, que suena a frase hecha pero es bastante
literal.
Desayunamos en la terracita de la
cabaña porqué como dice B “aquí no tienen comedor”. Y salimos
hacia Pisa. Muy cerca de la torre encontramos un parking. Al tío de
la gasolinera le sobraba un poco de terreno y se saca un sobresueldo
cobrando 7€ por dejar el coche bajo los árboles todo el día.
La torre de Pisa está a unos 100
metros tirando largo, pero tardamos media hora tirando bajo en
llegar. Primero hay que comprar crema de sol en la farmacia y un
sombrero para B y convencerla de que camine, “pero hacia delante”,
“no hacia allí”, “por aquí”, “sigue recto”, “por
dónde va papá”, “¿dónde vas?”
La Torre de Pisa forma parte de un
conjunto arquitectónico formado por la Catedral de Pisa, la Torre de
Pisa y algún edificio más.
Visitarla por fuera es sencillo y
gratuito. Por problemas de logística nosotros no podemos subir así
que no nos preocupamos por saber cuánto cuesta subir
(www.google.com).
Damos una vuelta y sacamos un montón
de fotos, pero ninguna es una de las dos fotos oficiales: empujando
la torre de Pisa o aguantando la torre de Pisa, y es que parece que
en el mundo solo hay dos tipos de personas: los que empujan y los que
aguantan. Nos vamos sin descubrir de que tipo somos.
Detrás de la Torre hay un paseo
peatonal con millones de restaurantes todos iguales en los que sirven
pizza y pasta (¿qué si no?) Nos cuesta decidirnos porqué en todos
hay lo mismo y tienen el mismo precio. Elegimos uno al azar y comemos
pizza y pasta (¿qué si no?).
Volvemos al camping. Hace calor, el
camping no tiene piscina y empezamos a valorar la opción de coger el
coche e ir en busca de una playa, pero “no creo que haya playas por
aquí”, “la más cercana estará lejísimos”... Se lo
preguntamos al del camping, por descartar, y porqué los de la cabaña
de al lado van con el bañador puesto. Muy sospechoso. “Excusa,
¿una playa por aquí, no habrá?” Y la respuesta atónita del del
camping nos deja a cuadros: “Al final de la calle”. “¿De
esta?” Pues sí amigos, al final de nuestra calle está la playa, y
también un pueblo típico de playa, con su millón de tiendecitas de
sombrillas y su trillón de turistas cargados con neveras,
flotadores, toallas y pareos. No, no estamos perdidos en medio de la
montaña en un camping de hippies, estamos alojados en el culo de un
pueblo de playa en el camping de unos hippies. Muy nuestro rollo.
Pasamos la tarde en la playa. Y
volvemos al camping a cenar y a dormir.
LO QUE MÁS LE HA GUSTADO A B:
Según sus propias palabras: “A mi me
ha gustado mucho la Torre de Pisa, como a papá”
DÓNDE COMEMOS Y DÓNDE DORMIMOS:
Comemos en un pizzería en Pisa, que es
igual a todas las demás y cenamos en el camping lo que hemos
comprado en el super.
Dormimos en el Camping Dolce Sole, (en
Marina di Massa) un camping pequeño con cabañas de madera, sin
baño. Tiene cocina y nevera también fuera de las cabañas.
INFORMACIÓN ÚTIL:
Marina di Massa – Pisa: 38 min
Parking en Pisa: 7€ todo el día
Comer en pizzeria en Pisa (x3): 55€
Camping Dolce Sole- playa: 5min